Pellizcos estaba tomando una jarra de
pis caliente, o eso pensaba él, maldiciendo al maldito Bodeguero de
mierda. Le llamaban pellizcos por su inusual costumbre de sustituir el
cuchillo de combate por unos alicates. Decía que le resultaban mucho más
útiles.
De pronto, una voz más elevada,
que venía del reservado -en el que, casualmente, él estaba apoyado-
llamó su atención y prestó oídos para la conversación que tenía lugar
entre el jefe de policía y el Traficante de Armas.
-No te doy más de cien mil por todos esos cacharros, tovarich!
-Venga, capullo, sabes que vas a sacar cuatro veces más. Dame doscientos cincuenta y mando a mis chicos al barrio de al lado.
-Grnmpfh.. De acuerdo, pero quita también a los de incendios!
-¿Incendios?- Al jefe de policía le olía a chamusquina. Varios de sus hombres parecían dispuestos a corromperse a la mínima.
-Da. Además, espantan a la clientela.
-No te preocupes. Mándame la pasta con uno de tus chicos y yo me ocuparé.
-Marcos
llevará el dinero en un maletín dentro de dos horas. Procura que no le
pase nada a mi hijo -Esta información fue de sumo interés para
Pellizcos, que pidió la cuenta por señas al asqueroso Bodeguero.-
Pellizcos salió calmadamente del
local y comenzó a preparar lo que iba a hacer. Pasó la primera hora
intentando mantener el equilibrio y reponerse un poco de los efectos del
alcohol. Luego pensó a quién podría vender esa información. Según
disminuía su porcentaje de alcohol en sangre, se dió cuenta de una cosa,
nadie iba a pagarle los doscientos cincuenta mil créditos que iban a ir
en esa maleta. Y marcos, el hijo del traficante, salió por la puerta
con una mochila bastante abultada.
El
buscavidas con alicates salió disparado al amparo de las sombras. Atajó
saltando un par de muros y decidió asaltar a Marcos en un callejón
apartado. Desenfundó su arma y saltó el último muro, que sabía que le
iba a llevar justo enfrente de Marcos, interrumpiendo su paso. Cuál no
sería su sorpresa al ver que el chico estaba acompañado ahora por un
policía con un saco aun más grande que el de Marcos.
-A la mierda- Dijo el mercenario
sin escrúpulos. Le daba lo mismo uno que dos, así que dirparó un tiro
en el pecho de cada uno de los hombres. Así no habría ningún testigo.
Pero de pronto, comprendió.
Comprendió que acababa de matar a
los emisarios del Traficante y del Jefe de Policía. Que en esas bolsas
había 250000 créditos y armas por valor de un millón. Que era rico. Que
era hombre muerto.
Si no tomaba ahora mismo una
decisión, su vida terminaba en pocas horas. Toda la ciudad le estaría
buscando. ¿Qué debía hacer Pellizcos? ¿Cuál sería su salvación? ¿Podría
conseguir el más difícil todavía y salir rico y con vida de esta?
¿Tú qué harías?
250.000 créditos son más que suficientes para pagarte un billete en el próximo aerotren y empezar una nueva vida al otro lado del planeta, pero la verdad es que un millón en armas es un botín muy jugoso como para abandonarlo en la aduana...
ResponderEliminar¡Cómprate una moto y a la carretera!
Cabre
Sinceramente, prefiero el millón en armas y los 250k. Y de paso, me quedo con el negocio de los dos. xDD
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