miércoles, 18 de diciembre de 2013

Un día en Tiphares

Pellizcos estaba tomando una jarra de pis caliente, o eso pensaba él, maldiciendo al maldito Bodeguero de mierda. Le llamaban pellizcos por su inusual costumbre de sustituir el cuchillo de combate por unos alicates. Decía que le resultaban mucho más útiles.

De pronto, una voz más elevada, que venía del reservado -en el que, casualmente, él estaba apoyado- llamó su atención y prestó oídos para la conversación que tenía lugar entre el jefe de policía y el Traficante de Armas.
-No te doy más de cien mil por todos esos cacharros, tovarich!
-Venga, capullo, sabes que vas a sacar cuatro veces más. Dame doscientos cincuenta y mando a mis chicos al barrio de al lado.
-Grnmpfh.. De acuerdo, pero quita también a los de incendios!
-¿Incendios?- Al jefe de policía le olía a chamusquina. Varios de sus hombres parecían dispuestos a corromperse a la mínima.
-Da. Además, espantan a la clientela.
-No te preocupes. Mándame la pasta con uno de tus chicos y yo me ocuparé.
-Marcos llevará el dinero en un maletín dentro de dos horas. Procura que no le pase nada a mi hijo -Esta información fue de sumo interés para Pellizcos, que pidió la cuenta por señas al asqueroso Bodeguero.-


Pellizcos salió calmadamente del local y comenzó a preparar lo que iba a hacer. Pasó la primera hora intentando mantener el equilibrio y reponerse un poco de los efectos del alcohol. Luego pensó a quién podría vender esa información. Según disminuía su porcentaje de alcohol en sangre, se dió cuenta de una cosa, nadie iba a pagarle los doscientos cincuenta mil créditos que iban a ir en esa maleta. Y marcos, el hijo del traficante, salió por la puerta con una mochila bastante abultada.

El buscavidas con alicates salió disparado al amparo de las sombras. Atajó saltando un par de muros y decidió asaltar a Marcos en un callejón apartado. Desenfundó su arma y saltó el último muro, que sabía que le iba a llevar justo enfrente de Marcos, interrumpiendo su paso. Cuál no sería su sorpresa al ver que el chico estaba acompañado ahora por un policía con un saco aun más grande que el de Marcos.

-A la mierda- Dijo el mercenario sin escrúpulos. Le daba lo mismo uno que dos, así que dirparó un tiro en el pecho de cada uno de los hombres. Así no habría ningún testigo. Pero de pronto, comprendió.

Comprendió que acababa de matar a los emisarios del Traficante y del Jefe de Policía. Que en esas bolsas había 250000 créditos y armas por valor de un millón. Que era rico. Que era hombre muerto.

Si no tomaba ahora mismo una decisión, su vida terminaba en pocas horas. Toda la ciudad le estaría buscando. ¿Qué debía hacer Pellizcos? ¿Cuál sería su salvación? ¿Podría conseguir el más difícil todavía y salir rico y con vida de esta? 

¿Tú qué harías?

2 comentarios:

  1. Anónimo19/12/13

    250.000 créditos son más que suficientes para pagarte un billete en el próximo aerotren y empezar una nueva vida al otro lado del planeta, pero la verdad es que un millón en armas es un botín muy jugoso como para abandonarlo en la aduana...
    ¡Cómprate una moto y a la carretera!

    Cabre

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  2. Sinceramente, prefiero el millón en armas y los 250k. Y de paso, me quedo con el negocio de los dos. xDD

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