Frost llevaba todo el día siguiendo a su objetivo. Su vida anterior como cazador en estepa rusa le daban cierta ventaja: no sentía tanto frío como su presa y, al contrario que en la tundra, su presa no sabía que él estaba ahí.
Le
empezaba a gustar de verdad su trabajo de mercenario en Tiphares.
Llevaba ya tres asesinatos por encargo. El dueño del Bar sabía cómo
cobrar sus deudas de juego y alcohol. Pero este era un poco más difícil.
Era miembro de una pequeña banda de golfos que atracaban a los civiles
que veían por ahí, aprovechando la soledad de una nave vacía o una
esquina desierta. Habían asaltado al propio Bodeguero, quitándole una
buena suma. El objetivo primario era quien apuntó al Bodeguero con su
pistola, pero los quería a todos muertos.
Dimitri,
que decidió cambiar su nombre por el de Frost, era frío y calculador.
Iba a necesitar buenas herramientas para acabar bien el trabajo y
tomarse unas cervezas después. Necesitaría su AK 103. Necesitaría
granadas. Y un pasamontañas, para acojonar.
Se
levantó del banco de la plaza, se dirigió a paso decidido a la puerta
de atrás de la casa del Traficante. Los cuatro chavales doblaban la
esquina del otro lado de la plaza. Frost pensó en interceptarlos detrás
del banco.
-Toc-Toc.
-¿Quién es?- Respondieron al otro lado de la puerta de la nave 6
-Tu madre. Dame un equipo completo. Rápido.
-Joder, Frost. Siempre con prisas. Toma, son 3000.
-¿3000? ¿Estás loco?
-Lo tomas o lo dejas.
-¡Maldito estafador de mierda!- Dijo Frost mientras tiraba los billetes a la cara del Traficante.
Refunfuñando,
Frost se colgó el equipo en un abrir y cerrar de ojos. Se ocultó
ligeramente el AK bajo su largo y abultado abrigo de pieles y guardo una
granada en cada bolsillo. Amartilló la pistola, la enfundó, e hizo lo
mismo con su Kalasnikov.
-Vais a flipar, hijoputas.- Dijo con una media sonrisa en la cara.

El primer trozo en tocar el suelo fue una pierna del pobre chico que estaba siendo atracado. Dos salieron con vida de las dos explosiones, un tipo alto y fuerte que estaba con los ojos abiertos como platos, sordo y medio ciego por la explosión, gritando como una nena y con un charco en sus pantalones.
No
duró mucho, porque al segundo grito, cuatro balas hicieron cuatro
boquetes en su cuerpo. Frost tiró el AK al suelo, cerca de uno de los
cadáveres. Cuando la policía vienera, el no tendría nada de sospechoso.
Quizás fuera a la cárcel, pero sería entrar y salir y se llevaría una
pasta. Sacó la pistola, apuntó a la barriga del que aun quedaba con
(poca) vida, disparó y la volvió a enfundar mientras sacaba el Walkie.
-Frost para Bodeguero
-Adelante-. Sonó la voz del Bodeguero al otro lado.
-Objetivo cumplido. Te paso al tipo.
Le puso la radio en la oreja al moribundo y el Bodeguero le dijo: -¿Ves lo que pasa por meterte conmigo, pedazo de basura?-
El moribundo esbozó una sonrisa llena de sangre.
-Jejejeje..
Argh, cof, cof. ¿Sabes qué es lo gracioso, bodeguero? Que el chico que
Frost ha matado por ti... era el hijo del alcalde-. Una risa más y
estuba muerto.
La cara del bandolero, la de frost y la de el Bodeguero palidecieron a la vez.
-Mierda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario